Una melodía zigzagueante y tenebrosa me invade, ¡es eterna! . Los dientes crujiendo de la noche en espera ansiosa de que alguien caiga en su red, donde la hora mágica nunca llegará. Perderte en un laberinto en espiral: de altas enredaderas fantasmagóricas que te van haciendo parte de una. Lentamente suben por mis pies, sentís esa flora viscosa que te lleva más a el centro mismo de este juego siniestro de espejismos, donde se repite lo innombrable, lo que encontré en el centro de la flor negra.
(Y mis sueños asustan mis días, la niña azul llora. Nada es extraño)