domingo, 16 de agosto de 2009

En donde las almas se quiebran

Bajo mil cambios,
me quedo al lado del camino
viendo como desaparezco entre la niebla.
Mi piel se consume,
mis manos cada segundo
más translúcidas a la sombra.
Mi voz se apaga
en cada atardecer.
Quiero aprender a volar,
mis pies con alas,
elevarme y hacerme luz.
Ya me dejas de ver.
Puedes llevar tu puñal,
besar con sal,
en lo que queda de mí.
El tiempo desapareció,
se perdió entre tu mirada y las burbujas.
Puedo seguir aquí,
en donde las almas se quiebran,
dejé de correr,
y encontré el sabor de la fe.
Mientras mis huesos se rompen,
el sonido de una guitarra,
cerrar los ojos ausentes.
No soy un extraño,
la comodidad de la eternidad
es dulce.

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