miércoles, 27 de enero de 2010

(67)

Debajo del ventilador, comencé a girar mientras cantaba una canción que ya conocía. Ese instante donde pierdes el equilibrio, en cámara lenta comienzo a caer en el piso. Me corto y me río como una loca, con la cabeza un poco más rota, un poco más realista. Fría, vacía lo más cercana a la muerte, lo más cercano al oasis a por fin dejarse llevar. El fin es una certeza, la ausencia de la trágica y bella mañana, del instante porvenir. Yo me veo a lo lejos, ausente. Estoy en pedazos, estoy abierta en la espera que el cirujano rompa con su bisturí. Me alejo, corro por el bosque, hiedra venenosa recorre mi piel, me invade.

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