lunes, 1 de agosto de 2011

En mis noches

Mendiga cariño,
búsqueda incesante por lo inexistente.
Compañía vacía,
encuentro crudo con la ausencia,
que sonríe sin dientes gritando:
¡¡Siempre aquí!!
¡¡Siempre ahí!!
Me señala y se funde en mi pecho
en un respiro descuidado, me congela.

("Hiel, hiel, hiel")

Su eco resuena en mi cuerpo.
Entonces sólo queda decir adiós
o verse en el espejo, demacrada
después del duelo
y comprender que ésta
era una cicatriz antes
del 19 de marzo de 1990.

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