Me siento sobre un abismo,
un color poco definido -quizás entre los grises del lomo de un gato-
se desfiguran tus labios,
se alejan los pasos,
se pierde lo que poseía,
se difumina la imaginación, herida por los ojos.
Huele a humedad, y soledad,
tantos retazos que ya son de ello.
Es imposible retroceder,
mi silla se ha ido uniendo con lo indefinido,
me he ido desuniendo del instante respirado,
a pedazos me pierdo.
Aunque logre crear un nuevo signo,
ya no hay nada,
ha devastado la palabra
cualquier presagio.
A pesar de mí debo ir,
lejos de todo lo que era mio,
el otoño,
la sensibilidad,
tu cara de niño al dormir;
un grito mudo,
los pasos ya no están,
-ello- necesita un abrazo de alguien.
(acaba un murciélago de fracturar la temprana caricia solar)
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