Quiero incomodarme y no me basta conmigo, y quiero aquí también sentir como el pantalón ya no me cierra.El cierre de Fer se abre muchas veces, escuchamos Dylan y me antoja invadirlo como las hormigas a un mantel repleto de migas de magdalenas, y coca-cola derramada y pegajosa en una siesta de verano al costado del río.Él toma café con tres cucharadas soperas de azúcar -que me gusta batir caminando por el departamento y así invadirlo con el olorcito de lo suyo que hago mío- y un chorrito de leche -en preferencia en polvo- junto a dos tostadas de queso crema y miel de la escuela de mi papá . Su rodilla saluda desde el borde de la mesa, es más blanco y suave de mañana, está en boxer y remera de robotech gastada-mi favorita-. Saluda a Tao con un silbido mientras fuma sus tabacos armados, azules está vez. Sonríe sin mostrar los dientes -parece tener 8 años-. Fer me ve en “Just like a woman”-está ronco y puro-, me hago la desentendida, un poco la ofendida y meto todo el fuck -love- you en la miel.
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